No, no me refiero a los indicadores de bolsa, que, como bien sabes, no tiene una tendencia clara y hoy está en verde (subiendo) y mañana en rojo (bajando).
Tampoco me refiero al césped de los campos de fútbol que estos días tanto nos enseñan; ni al color de nuestras prendas para la temporada otoño-invierno. Por cierto, ¿sabías que la “tendencia” de color en moda suele venir marcada por los excedentes de telas de temporadas pasadas y la facilidad de teñirlas para cambiar su color? (por ejemplo, si hace un tiempo se llevó el amarillo, lo combino con tinte azul y lo reconvierto en verde).
No, me refiero a las inversiones “socialmente responsables”, que son aquellas que invierten en empresas sostenibles con nuestro planeta y sus recursos, que entienden que frenar el cambio climático ha de ser nuestra prioridad, y huyen de empresas con actividades poco éticas (por ejemplo, de la industria armamentística) por muy rentables que, tradicionalmente, hayan podido ser, o en las que los beneficios se obtienen sin tener en consideración los más elementales derechos de sus trabajadores.
Afortunadamente, las nuevas generaciones, esas que ya ocupan cargos importantes, con acceso a buenos salarios y, por consiguiente, con buena capacidad de ahorro, ya nos demandan directamente este tipo de carteras de inversión. Priorizan saber que con su dinero ayudan a no degradar más el futuro de sus hijos, dejando la rentabilidad en un segundo plano, pero siendo conscientes de que la sostenibilidad puede afectar al crecimiento económico, cotizaciones de los activos y evolución de los mercados.
BlackRock, una de las principales gestoras de fondos de Inversión a nivel mundial, ha remitido a sus clientes una carta que, con el título “La sostenibilidad es el nuevo pilar de inversión en BlackRock” es toda una declaración de intenciones.
Pero, ¿realmente hemos de renunciar a las opciones más rentables? La respuesta ya la hemos avanzado: a medio plazo, sólo los proyectos empresariales sostenibles van a encontrar financiación en los mercados regulados, por lo que será el propio mercado el que ascenderá a este tipo de fondos en el ranking. De hecho, si vemos rentabilidades del cuadro adjunto, entenderemos que, independientemente de la política de inversión, los gestores siguen pensando en el inversor que, en definitiva, es al que tienen que rendir cuentas.
En cierto modo es la recuperación de “el cliente tiene la razón” y tú, como cliente-inversor, has de poder decidir a qué tipo de empresas quieres prestar tu dinero (digo prestar, para alejar la caduca asociación de ideas que vinculaba a los eco-conscientes progres con los despreocupados por sus finanzas).
No hace tantos años, oír hablar en el ámbito financiero de ética, resiliencia, responsabilidad, sostenibilidad…era impensable. Hoy, leemos frases como esta de BlackRock:
“La inversión sostenible consiste en invertir en el progreso y en reconocer que las empresas que resuelven los mayores desafíos del mundo son las mejor posicionadas para crecer. Se trata de ser pioneros en encontrar las mejores maneras de hacer negocios y crear el dinamismo para animar a cada vez más personas a optar por el futuro que estamos trabajando para crear.”
No es una moda, es un modo de entender nuestra responsabilidad.
¿Quedamos la semana próxima para otro café?