Hace años me llamó una clienta preocupada por las finanzas de su hijo. Hasta aquí, normal, todos nos preocupamos por nuestros hijos. La diferencia es que su hijo es un deportista profesional, futbolista concretamente, y, ya se sabe: joven, con más dinero del que dispone un joven de su edad habitualmente y lejos de casa…mala combinación. Me pidió que hablara con él y le hiciera ver que ese nivel de ingresos no era para toda la vida y que, si no empezaba a ahorrar YA con criterio, ahora que podía, se arrepentiría en el futuro. Vamos, nada que no le hubiese dicho ya su madre. Pero, supongo que si te lo dice una persona que se dedica profesionalmente a este tipo de asesoramiento, el mensaje cala más. Y, efectivamente, con sangre y sudor, he conseguido que entienda el mensaje y que, pese a su juventud, ya piense en el futuro y aún dándose algún capricho, que para eso se sacrificó cuando le hubiese tocado pensar en discotecas, ya hable de ahorro, inversiones y de futuro.
Y no sólo eso, también he conseguido que sea consciente y tenga cubierta la posibilidad de que cualquier lesión, enfermedad o, por qué no, virus como el que ahora sufrimos, le puede apartar definitivamente de su carrera profesional, truncando antes de tiempo su fuente de ingresos. Por suerte o desgracia, algún caso muy mediático como el de Iker Casillas, o la pandemia que sufrimos, nos han servido para poner en evidencia nuestra fragilidad, por jóvenes y sanos que seamos.
Lamentablemente, casi un 60% de los deportistas profesionales acaban arruinados. Los hay, y muchos, que se han dejado deslumbrar por negocios “infalibles” que han fracasado, porque montar un negocio es mucho más que poner tu famosa imagen a una poco analizada idea. Otros han sido víctimas del “efecto sanguijuela”, ese entorno que viven a costa de los que tienen dinero, hasta que a estos se les acaba y desaparecen como vinieron, sin ruido. Afortunadamente, también hay casos de éxito, deportistas que han seleccionado mejor sus “compañías” contando entre ellas con buenos buffetes de abogados y asesores de todo tipo.
Soy de la opinión que, con el nivel de ingresos que se mueve en algunos deportes, la educación financiera en categorías inferiores tendría que ser obligatoria. Y así lo ofrecí en mi época de Finanzas&Sport, una marca con la que intenté llegar a ese colectivo. Fué predicar en el desierto. Ahora sé que los clubs “modestos” tienen otras prioridades y, a otros niveles, los hilos que dan acceso se mueven desde Federación, Asociaciones de deportistas, mediante convenios de glamuroso photocall con despachos bien relacionados. Por ello, espero que mis palabras, gracias a las redes sociales (y a otras muchas madres preocupadas), por una vez lleguen a quien han de llegar, al propio interesado, a ese/a deportista que está a punto de dar el paso a profesional o que, habiéndolo dado ya, aún no se ha planteado estos temas. Afortunadamente, las nuevas hornadas de deportistas parten de un nivel cultural muy superior al que había años atrás, por lo que es más sencillo orientarles en su planificación financiera, habiendo pasado de ser un acto de fé por su parte a ser un proceso en el que ellos aportan su opinión y, al final, tienen la última palabra. Y, no, no seré yo quien le quite de la cabeza invertir en esa promoción de apartamentos en la costa, o abrir esa clínica de injertos capilares, pero, lo que sí defenderé, por su propio bien, es que esas decisiones formen una pequeña parte de un total mucho más amplio y diversificado.
¿Quedamos la semana próxima para otro café?