«LOS HOMBRES NO LLORAN Y LOS AUTÓNOMOS NO ENFERMAN«
No, evidentemente, no estoy de acuerdo con esa afirmación. Desterremos tópicos caducos.
Tradicionalmente se ha dicho que los autónomos están hechos de otra pasta, que tienen un sistema inmunitario que les impide ponerse enfermos. No hace falta mucho análisis para saber el secreto: si no trabaja, no tiene ingresos.
Bien, ahora eso es una verdad a medias, ya que en la cotización hay una pequeña parte (28,30%) destinada a cubrir la incapacidad laboral temporal (asimilable a la baja laboral de un asalariado).
Pero, tú, autónomo, ¿conoces el importe de las prestaciones a las que tienes derecho en función de tu base de cotización? ¿Sabes que, si te pones enfermo (si, ya sé que un constipado no te hará bajar la persiana) cobrarías entre un 60% y un 75% de tu base reguladora? ¿Y si te digo que eso, en la mayoría de autónomos, equivale a unos ingresos totales de unos 415 Euros por 3 semanas de baja?…
Un problema que puedes dejar resuelto desde poco más de 20 Euros al mes con un Seguro de Incapacidad Laboral Temporal que te garantice complementar la cobertura pública con unos ingresos diarios que te permitan hacer frente a esos gastos que no van a esperar a que tú te recuperes de tu enfermedad o lesión.
Los asalariados cotizan una media de 1.910 Euros al mes, frente a los 1.178 Euros de los trabajadores por cuenta propia. La teoría dice que la diferencia entre el importe por el que cotiza un autónomo y lo que cotizaría si estuviese en régimen general, se debería destinar a cubrir, mediante instrumentos privados de previsión, la carencia de las prestaciones que recibiría de la Seguridad Social en las diferentes contingencias que se pueden presentar (baja laboral, incapacidad, viudedad, orfandad, jubilación…). Pero, por desgracia, aún nos cuesta pasar de la teoría a la práctica.
Así como en el tema de la jubilación todos tenemos por fin claro que o nos hacemos nuestra propia hucha de las pensiones o tendremos problemas para que “Papá Estado” nos mantenga en el futuro, aún queda mucho recorrido a la hora de cubrir otras situaciones imprevistas que se pueden dar a lo largo de nuestra vida laboral y que pueden hacer peligrar nuestra subsistencia y la de nuestra familia. Pero, claro, si desconocemos en qué situación quedaríamos, difícilmente seremos conscientes del problema y pondremos los medios para solucionarlo. Como hemos visto en el ejemplo de la baja laboral, a menudo no es un problema de coste, sino de desconocimiento.
Por eso, cuando me reúno con un cliente, y muy especialmente con un autónomo, para hablar de su Planificación Financiera, lo primero que hago es hacerle un ESTUDIO PENSIONES, una herramienta imprescindible para que ambas partes seamos conscientes de la situación presente, objetivos y, sobre todo, de su situación futura, y, a partir de ahí, buscar soluciones que garanticen que ningún imprevisto trunque, desde el punto de vista económico, la consecución de dichos objetivos.
¿Quedamos la semana próxima para otro café?